CONOCIENDO UN ESTAMBUL DIFERENTE

 

¿Te apetece seguir conociendo conmigo un Estambul diferente? Esta inspiradora ciudad ya fue el tema de mi post anterior, intentando mostrar alternativas a los sitios más turísticos.

Y hoy vuelvo, para seguir adentrándome en algunos de los barrios y lugares que cualquier visitante curioso debería conocer. Un poco al margen de las masas que solo tienen un itinerario prefijado, con la intención de que te empapes del día a día.

Conocer un Estambul diferente te hará apreciar mejor las maravillas secretas de una ciudad inabarcable, de esas que se quedan en el alma para siempre.

Abre tus ojos, libera tu mente y olvídate de los prejuicios, te espera uno de los rincones más exquisitos del mundo, disfrútalo tanto como yo.

 

BARRIO DE ÜSKÜDAR

Si te encantan las vistas desde la zona histórica hacia el Bósforo, ya verás que puedes mejorarlas. Porque divisar el perfil de un Estambul bañado por los últimos rayos de sol desde la orilla opuesta, es un momento mágico que querrás repetir.

Este es un buen motivo para embarcarte en el muelle de Eminonu y atravesar el estrecho rumbo a Üsküdar, el barrio asiático por excelencia de la ciudad.

Hay más motivos para ir, saber que has cambiado de continente también es un poderoso imán para algunos viajeros.  Con razón, porque si bien a priori te encontrarás con cosas parecidas, una mirada más profunda te mostrará la cara auténtica de un Estambul diferente.

un Estambul  

Torre de la Doncella

A 200 metros de la orilla, verás la silueta de uno de los símbolos más antiguos de la ciudad, te dará la bienvenida. También llamada Torre de Leandro o Kiz Kulesi, en turco, este islote sigue rodeado de misterios y leyendas.

Actualmente, y después de haber albergado prácticamente de todo en su dilatada historia, cobija una cafetería y un restaurante. La panorámica de 360º es estupenda, mucha gente hace una parada aquí de camino a Üsküdar. Y otros solo llegan hasta aquí, sin poner un pie en el barrio. Una pena.

Nada más desembarcar en el puerto, notarás que has llegado a una zona tradicional y conservadora. Hay más mujeres con la cabeza cubierta, la oración suena con mayor estridencia y se nota el peso de la religión.

El puerto

El ambiente de sus calles es puramente asiático, no verás masas de turistas, boutiques de lujo ni locales de moda. Lo que sí hay es mucha arquitectura otomana tradicional, gente normal que vive su jornada e infinidad de mercados de todo tipo. Con precios mucho más ajustados que en los grandes bazares del lado europeo

Estambul diferente en Kizkulesi

Te recomiendo explorar la posibilidad de alojarte en Üsküdar, la diferencia en lo que pagarás compensa sobradamente la pequeña molestia del ferry. Al fin y al cabo, es un autobús, pero por el agua.

Muy cerca de la Plaza del Muelle encontrarás la mezquita de Mihrimah Sultán, edificada en 1547 por Solimán el Magnífico para su hija. Es una de las muchas obras de Mimar Sinan, el gran maestro de la arquitectura otomana. Hay muchas más mezquitas para visitar, pero lo que a mí me enamora de Üsküdar es el callejeo sin rumbo, mezclándote con los habitantes como uno más.

Eso sí, cuando está a punto de atardecer, es obligado acercarse otra vez a la costa para ver un Estambul como nunca has soñado. En el paseo paralelo al mar hay varios restaurantes con su propio mirador, pero yo pasaría de largo.

Sigue caminando en dirección a la Torre de la Doncella hasta encontrar lo que se conoce como “el café de las alfombras”. Unas gradas de cemento cubiertas de esterillas y cojines, con algunas mesas en primera línea de mar.

En ambos extremos, pequeños quioscos donde podrás comprar pipas, té o un refresco. Lo de menos es qué tengas en las manos, porque se trata del escenario más sencillo para contemplar un espectáculo grandioso. El atardecer sobre el Bósforo, con el skyline de Estambul enfrente, bañado por la luz dorada del crepúsculo, debería ser de obligado cumplimiento. Por lo menos una vez en la vida, y si estás en la ciudad y no lo haces, entra en la categoría de delito.

¿Qué más puedo agregar?

 

ÇEMBERLITAŞ HAMAMI

Uno de los propósitos que me hice en mi primera visita a Estambul, fue el de conocer un hamam. Esta versión otomana de las termas romanas, que conserva un aura romántica y misteriosa, está presente en toda la ciudad.

Para los turcos, un hamam es simplemente un baño, aunque englobe muchos más servicios, como masajes o depilación. Si bien en el siglo XVIII existían unos 150 establecimientos solo aquí, actualmente se calcula que son 60 los que siguen en activo. En un Estambul que se vuelve muy cosmopolita, donde los ciudadanos tienen muchos más servicios en sus casas, el hamam parece una reliquia del pasado. Sin embargo, tienen un público fiel que sigue acudiendo y no solo se nutren de turistas.

El de Çemberlitaş es el más famoso de la ciudad y, con razón, me preguntarás qué hace en esta lista. De acuerdo, verás muchos extranjeros por aquí, pero sigue manteniendo ese ambiente legítimamente otomano, un pelín decadente pero auténtico. Y a nivel histórico, es imbatible.

un hamami en Estambul

Tampoco es el más barato, pero a mí me ha cundido cada lira turca que pagué, sigue siendo más económico que en Europa.

Fue construido en 1584 por el mismo arquitecto del que te hablaba antes, Mimar Sinan, y su sello inconfundible lo encontrarás enseguida. Las bóvedas con linternas que permiten el paso de la luz natural, las columnas y los suelos de mármol, hablan de su diseñador.

Como la mayoría de los hamam, tiene dos zonas diferenciadas para hombres y mujeres. Aunque hay alguno que permite el baño mixto, parte del encanto de estos establecimientos radica en mantenerse lo más tradicional posible.

El hamam: toda una aventura

La experiencia del hamam suele ser muy reconfortante, aunque no me atrevería a decir relajante si también contratas un masaje. Es totalmente opcional, puedes elegir el básico de baño o someterte al tratamiento del tellak, que así se llama el encargado de vapulearte. Porque si estás pensando en un agradable momento de distensión, te equivocas y mucho.

tellak

Una vez que has elegido, al entrar, el tipo de servicio que quieres, pasarás a unas pequeñas cabinas individuales. Allí te cambiarás y dejarás tus cosas, cuidando de colgarte la llave al cuello para no perderla. Provisto de tu correspondiente peshtemal  (una tela para cubrir las partes nobles), y zuecos de madera, te guiarán hasta el interior.

Aquí toca maravillarse con la sublime arquitectura antes de empezar a sudar como un pollo al ast, que dirían en Valencia. Hora de tumbarse en la enorme plataforma central de mármol caliente, para que el cuerpo se relaje. Alrededor de la sala, una buena cantidad de fuentes de agua fría y caliente, te permitirán mojarte a voluntad.

En el momento en que uno de los tellak se ponga contigo, empezarás a preguntarte qué bicho te ha picado para pagar por esto. Acabarás descubriendo que tu cuerpo tiene muchos más huesos crujientes de los que suponías, y todos ellos te lo harán saber. Que quede claro mi afición a esta tortura cuando paso por Turquía, pero relajante no es. En todo caso, lo podríamos llamar tonificante.

Después de la sacudida, literalmente te lavan pies a cabeza, como si nunca lo hubieras hecho antes. En la siguiente sala, con menos vapor, permanecerás sentado mientras te vuelven a lavar concienzudamente hasta que te consideren suficientemente limpio. Un buen chorreón de agua por encima y, hala, a descansar todo lo que quieras en las distintas salas del hamam. Recomiendo desparrame en la piedra de mármol caliente para recuperar el pegamento de tus huesos y, por fin, relajarte.

Lo que se estila después de esta experiencia, es tomarte un buen té, sintiéndote más limpio de lo que has estado en la vida.

 

EL BÓSFORO

¿El Bósforo no es un lugar turístico? Sí, quizás el que más, pero hay formas y formas de verlo y recorrerlo. Tienes la posibilidad de contratar un crucero con guía en tu idioma, comida incluida y explicaciones durante la ruta.

O puedes animarte a subir a un ferry de las líneas marítimas turcas para navegar algo más a tu aire. Toda la información que necesitas está aquí, en internet y llevas encima la mejor de las tarjetas, tu memoria. Esa que va a guardar el tesoro de las vistas que te brinda una de las vías marítimas más transitadas del mundo: el Bósforo. El estrecho que separa Europa de Asia, pero a la vez une el mar de Mármara con el mar Negro.

vista eminonu

Lo ideal sería que te acercaras al muelle de Eminonu en un perfecto día soleado, pero en el fondo da igual. Aunque haya nubes, el paseo vale la pena, estás en un Estambul que siempre brilla, haya o no sol. Tampoco es muy importante subir el primero, empujones mediante, para ponerte en cubierta. Como todos saldrán en tropel apenas se mueva el barco, olvídate por un rato de la tecnología y simplemente, disfruta navegando.

La primera parte de la travesía es una postal de todo lo que hay que ver en la antigua Bizancio. Topkapi, Santa Sofía, Solimán, la Torre Gálata, Dolmabaçe, la Torre de la Doncella, Ortaköy,  van desfilando como en un concurso de belleza.

Al ritmo de la navegación irás descubriendo nuevos horizontes. Lo ideal es zascandilear por el barco, asomarte a todas las barandillas e, incluso, apurar una elma çay  (té de manzana), contemplando ambas orillas del estrecho. Espectaculares mansiones palaciegas del siglo XIX conviven con los minaretes, mientras la nave pasa por debajo de impresionantes puentes en la hora y media de travesía.

La Fortaleza Rumeli Hisari

Se levanta en el lado europeo como la guardiana del Bósforo que fue. Parece increíble que se haya construido en apenas 4 meses, justo antes de que Mehmet II conquistara Constantinopla. Un poco más adelante, el último puerto de la costa europea en el que atracará el barco, Rumeli Kavaği, antes de girar hacia la otra orilla.

un Estambul diferente

Es un momento especial, la imagen del tramo final del Bósforo desembocando en el mar Negro, tiene un encanto único para cualquier viajero.

Anadolu Kavaği

El trayecto de ida acaba en esta pequeña aldea. Aquí se desembarca para estirar las piernas y comer antes del regreso a Estambul. Te aconsejo subir hasta la Fortaleza de Yoros, no es una trepada cómoda pero las vistas quitan el aliento más que el ascenso. Es un escenario soberbio, el mejor regalo de un Estambul inolvidable.

Puedes comer en alguno de los muchos restaurantes costeros, que se ocuparán de atraerte sin complejos. La comida es muy buena, sobre todo orientada a los productos del mar, aunque hay quien elige llevarse un bocadillo y comérselo frente al Bósforo.  Ambas son opciones estupendas.

anadoglu kiyari

Cuando el segundo toque de sirena te convoque al barco, quedan aún los 30 km de regreso para descubrir nuevos rincones. En el momento en que la nave encara el estrecho, siempre me vienen a la memoria los versos de Espronceda. Asia a un lado, al otro Europa y allá a su frente Estambul, la Canción del Pirata resume perfectamente este momento.

Imprescindible para entender una ciudad que no se parece a ninguna.

 

LA COLINA DE ÇAMLICA

Uno de los lugares favoritos de los estambulíes, infravalorado en todas las guías al uso, es la Colina de Çamlica. Está en el barrio de Üsküdar y es la más alta de la ciudad, elevándose a 268 m sobre el nivel del mar.

Esto le asegura unas panorámicas impresionantes de ambos lados del Bósforo, incluyendo los dos puentes intercontinentales. Incluso es posible ver, en los días despejados, el Cuerno de Oro y Sultanhamet, especialmente al atardecer.

Las familias suelen subir los fines de semana, simplemente a maravillarse con las vistas, pasear por el parque o disfrutar de un picnic.  También es un buen sitio para sentarse a comer, hay varios restaurantes y cafés, más económicos que los de las zonas turísticas.

Camlica tower

Hace pocos meses, el presidente turco inauguró aquí la estructura más alta de Estambul: la Torre de Çamlica. Una gigantesca torre de comunicaciones de 369 m, que cuenta con un restaurante y un espectacular mirador. Seguramente, no tan barato como los que te mencioné, pero que atraerá previsiblemente, a 4 millones de visitantes cada año.

Hasta que eso ocurra, la colina sigue siendo el perfecto remanso de paz en medio de un Estambul deslumbrante en su inmensidad. No te la pierdas, es otro de los sitios imprescindibles que conocer.

Estas son mis recomendaciones, por el momento. Seguro que un futuro habrá más, lo normal en una ciudad en constante evolución que nunca deja indiferente a nadie.

¡Buen viaje!